jueves, 22 de noviembre de 2007

La última batalla

Hoy ha sido unos de esos días en que se quisiese sumir la cabeza hasta el fondo más profundo de la cama, quedarse enroscada en las sábanas, envolverse en una oscuridad profunda y esperar... esperar, hasta que la llegada de la luz anuncie que todo el vendaval ha pasado... Pero nada, acá he estado, sin saber qué rumbo coger, transitando entre llantos y risas obligadas, entre los recuerdos coloridos y el presente ensombrecido... Pero, para qué están los amigos si no es para tender la mano solidaria cuando más se necesita? Así, cuando ya me había dispuesto a dejar que este estado se apoderase hasta de mi uña del ultimo dedo pequeño de mi pie derecho, decidí que tenía que salir, para no ahogarme en mis propios suspiros... Una llamada a mi amiga Pimpinela/viajera,, y el programa quedó listo...Primero la llanteada catarsis en su casa, regando con mis lágrimas hasta el níspero de la entrada de la casa, luego con una sacudida, sacarse todo lo negativamente adherido y empezar a sonreir... Salimos caminando por las calles del parque Bustamente, nos detuvimos en las casas maravillosas, con gredas que han recogido historias tras historia... Con nuestras palabras las fuimos pintando de colores y adornando de flores... Qué hermosas las dejamos!! Metro a Bellas Artes. Siete de la tarde. Comodamente instaladas en menos de cinco minutos (casi los mismos que me dio mi adorable diputado hace un par de días), y gracias al Transantiago que generosamente ha aumentado la frecuencia llegamos a destino, a uno de los barrios más hermosos de Santiago...Volvimos a instalarnos el paisaje en nuestra imaginación y nos vimos transplantadas a algún barrio parisino en plena primavera...Los cafés de José Miguel de la Barra, nos llamaron más de una vez, pero nada... había que rapidamente hacer el cometido para la última etapa: el Normandie, pequeño restaurante de Providencia, entre Miguel Claro y Manuel Montt, que en sus cortos tres

años de vida se ha convertido en toda una referencia de la vida nocturna. Sencillez, calidez y buen trato (aparte de una adecuada cocina y precios más que aceptable), son los elementos que le han servido para salir con elegancia de lo que hoy se entiende como de moda:diseño, minimalismo. sofisticación... Acá nada de eso tiene, felizmente, su entrada. Al reves pareciera no existir orden, entre tanto afiche entremezclado entre tamaños y contenido; sus mesas se acomodan a lo que viene haciendo de los mozos de eximios malabaristas para no dejar a más de uno con la cabeza adornada de ensalada... pero nada de ello sucede. Por el contrario todo llega a la mesa en su mejor forma, servido con elegancia y lo que es mejor, siempre con una sonrisa ( no importando, como nosotras, que pidamos un plato para cuatro y con doble ración de pan, mantequilla y paté de foie, por si acaso).Y fue así como allí entre un boeuf bourgignon y un vaso de un buen vino merlo (Santa Ema, reserva, por supuesto)y una mejor y entretenida conversación con los amigos de siempre mis penas se fueron disolviendo...Ahora no necesito esconder mi cabeza porque ya sé que mañana la luz habrá de nuevo llegado,,,y a prepararse para otra batalla, con mejores armas para no dejarse vencer...

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