jueves, 22 de noviembre de 2007

Dos perlitas...

Dos cosas se me quedaron en el bolsillo cuando conté de mi última experiencia con un político top, en el Palacio Ariztía, donde funciona la sede capitalina del Congreso Nacional. Lo primero es que cuando iba bajando por esa imponente escalera tapizada por un alfombra roja, me crucè con el diputado Lorenzini. Nunca lo había visto en persona (aunque sí muchas veces en la tele...) Casi me caí escalera abajo de la impresión por el saludó que me brindó (aún sin conocerme). Faltó poco para que me hubiese tirado un beso en el aire... pero en fin, así son los políticos: coquetos, derrochando atracción cuando saben que es un posible voto el que va pasando por el lado...Por supuesto que él no sabía, que nada de eso sirve para mí, que sé muy bien por donde me calienta el sol...Esa es una... La otra es que luego que los dueños originales del Palacio lo abandonasen a la muerte de Rafael Ariztía (sólo 19 años alcanzó a vivbir en él) y del paso de otra acaudalada familia se convirtió en 1943 en el Club Militar, hasta que en 1991 el Club se trasladase a las dependencias de Lo Curro...No cuesta mucho imaginarse las conversaciones/decisiones que tendrían lugar allí durante la década del 70 y 80...Pesado, es sin duda el legado que está alli, enquistado en sus paredes que hoy acogen la discusión de quienes han sido legitimamente elegidos...

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